Comentarios
al “Hombre Postorgánico. Cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales” Paula
Sibilia
“Esta es la
esencia de la famosa confesión que Albert Einstein hace al matemático Jacques
Hadamar, en el sentido de que sus razonamientos matemáticos y físicos pasan
mayormente por imágenes musculares y personificadas que por palabras”. [1]
Edward T.Hall, explica en su libro La Dimensión oculta que “las normas proxémicas entre los individuos y los objetos señalan
algunas de las diferencias en su percepción, diferencias que sólo pueden
desdeñarse a costa de gran riesgo”[2].
Estructura cuatro fases de distancias; distancia íntima, personal, social y
pública. En cada una de ellas explica, como
se perciben a las personas y a los objetos en relación a la distancia que se guarda con
estos.
Esto nos acerca al conocimiento de los demás
de una forma directa, en la que no sólo es un espíritu, sino una dimensión extra que se expresa por medio
de la corporeidad: “sólo los conozco a
través de sus miradas, sus gestos, sus palabras, en resumen a través de su
cuerpo”.[3]
Esto se pueden expresar de tal forma en que no vivimos en la conciencia de
nosotros mismos ni siquiera en la conciencia de las cosas, sino, en la
experiencia del otro. “ Jamás
nos sentimos existir ,sino tras haber tomado ya contacto con los otros, y
nuestra reflexión siempre es un retorno a nosotros mismos, que por otra parte
debe mucho a nuestra frecuentación del otro”.[4]
Merlau-Ponty explica la relación mundo cuerpo : “nuestro propio cuerpo está en el mundo como el corazón está en el
organismo : mantiene el espectáculo constantemente vivo, respira vida dentro de
él y lo sostiene internamente, y con esto forma un sistema”. [5]
El
cuerpo es la única referencia con la que
contamos para comunicarnos efectivamente con el mundo, desde allí se producen
las proporciones, las adecuaciones, las decisiones de cómo y para qué moverse
en el mundo. “Mientras miramos, el ojo toca, e
incluso antes de ver un objeto, ya lo tocamos y ya calculamos su peso, su
temperatura y la textura de su superficie. El tacto es el inconsciente de la
vista , y esta experiencia táctil oculta y determina la calidad sensitiva del
objeto percibido”.[6]
El
Filosofo Edgard S. Casey sostiene que “ninguna memoria es posible sin nuestra
memoria corporal”.[7]
Tras la Segunda Guerra Mundial comienza
a desplegarse una insistente reflexión sobre las características formales del
cuerpo. No en vano, el régimen nazi ya había utilizado la imagen corporal como
sistema de propaganda, a través de los neoclásicos y vigorosos cuerpos de la
raza aria; por el contrario, el cuerpo de los judíos, tras la entrada de los
aliados en los campos de concentración y exterminio alemanes, se había alejado del
aspecto humano, pues los nazis se habían encargado de someter y transferir sus
mecanismos de control sobre la carne produciendo escalofriantes efectos anatomopolíticos:
“ (...) así los cadáveres vivos y
los muertos compartían la misma apariencia del artaudiano corps sans organs. No
es de extrañar, pues, la profusión de imágenes desgarradas, en sentido literal,
que recorre Europa en los poemas de Primo Levi (1919-1987), los dibujos de
Wladyslaw Siwek (1907-1983) o Wlodzimierz Siwierski (1905-1984), amén de las demostraciones
expresionistas de Jean Dubuffet o el grupo Cobra”.[8]
Sin
duda estos dos conceptos; el de el cuerpo como medio para percibir al mundo, a
las cosas y a los demás, así como el uso de la imagen del cuerpo como medio de
control generaron la idea que Paula Sibila expone como el sentido del cuerpo a
través del uso de la tecnología y de una nueva capacidad fundada en la postevolución que supera en velocidad y
eficiencia a los lentos ritmos de la evolución natural.
Según Sibila la humanidad
se encuentra en una encrucijada sobre el futuro de la especie. Resucitan
fantasías técnicas orgánico-teconológicas que ponen en duda la validez de
seguir concibiendo al hombre dentro de los márgenes tradicionales, o tal vez
sea necesario reformular la noción heredada para inventar nuevas posibilidades
de lo que queremos ser.
Debido
a la inagotable necesidad de desarrollo
que generó la modernidad y las tecnologías la naturaleza parece haber
tropezado con sus propios limites, al generar un medio social donde el cuerpo
humano parece tener cada vez más limitantes.
Estas
limitantes si bien posibilitan el acceso a un mundo tecnológico de servicios
que confieren seguridad y una constante comunicación y creación de nuevos redes
y lenguajes, también posibilitan la neutralidad de la información que el cuerpo
genera en su interacción con otros cuerpos.
De
esta forma el hombre postorgánico no es solamente el hombre postevolucionado,
sino hablamos de un biopoder que convirtió la fuerza corporal en fuerza
productiva y que está determinando las nuevas características de una productividad digital.
No
cabe duda que estamos frente a una nueva concepción del cuerpo y del hombre
basada en la interacción cada vez más intensa entre el medio y social y la
tecnología que busca la superación humana que tarde o temprano topará con los
límites de una naturaleza que no permite superar los umbrales de la vida ni
los secretros de la estructura humana ya que los artefactos tecnológicos
constituyen meras extensiones o amplificaciones de las capacidades corporales
humanas.
Raúl Dávila Espinoza
21 DE JUNIO
2014
[1] Pallasmaa Juhani, Tocando el Mundo: Arquitectura,
Hapticidad y la Emancipación de la Vista, en Aldrete-Haas José Antonio, “Arquitectura y Percepción”,
Universidad Iberoamericana, México 2007, p. 18
[2] T. Hall Edward, La
Dimensión oculta, siglo XXI editores, México 1972, p. 147
[3] Merleau-Ponty
Maurice, El mundo de la percepción, Siete conferencias, Exploración del mundo
percibido: las cosas sensibles, Fondo de cultura económica, México, 2003
[4] Ibidem
[5] Ibidem.
[6] Pallasmaa Juhani, Tocando el Mundo: Arquitectura,
Hapticidad y la Emancipación de la Vista, en Aldrete-Haas José Antonio, “Arquitectura y Percepción”, Op.
Cit.,pp15
[7] Ibid.,pp.45
[8] Moriente David “Poéticas Arquitectónicas en el arte
contemporáneo, 1970-2008”, Ensayos Are Cátedra, Madrid 2010, p. 25
Estimado Raúl, me alegro que hayas reflexionado sobre el hombre postorgánico, como una apología que abre muchos cuestionamientos en relación al arte digital o mejor dicho (numérico). La disponibilidad de la hibridación de lo orgánico con lo artificial a través de lo numérico instaura al cuerpo en una paradoja de su uso, de su representación y su traslape en pro de las esferas políticas de su presentación en lo social (lo público, lo intimo, lo privado). Dichas esferas a veces tan olvidadas por el público y tan asediadas por lo artistas. Habrá que sacar a la luz todo lo referente a los discursos derivadas entre el arte, la ciencia y el hombre. Un gran abrazo y en horabuena!
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