sábado, 21 de junio de 2014

Comentarios al “Hombre Postorgánico. Cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales” Paula Sibilia


       “Esta es la esencia de la famosa confesión que Albert Einstein hace al matemático Jacques Hadamar, en el sentido de que sus razonamientos matemáticos y físicos pasan mayormente por imágenes musculares y personificadas que por palabras”. [1]



Edward T.Hall, explica en su libro La Dimensión oculta que “las normas proxémicas  entre los individuos y los objetos señalan algunas de las diferencias en su percepción, diferencias que sólo pueden desdeñarse a costa de gran riesgo[2]
Estructura cuatro fases de distancias; distancia íntima, personal, social y pública. En cada una de ellas explica, como  se perciben a las personas y a los objetos  en relación a la distancia que se guarda con estos.

Esto nos acerca al conocimiento de los demás de una forma directa, en la que no sólo es un espíritu, sino  una dimensión extra que se expresa por medio de la corporeidad: “sólo los conozco a través de sus miradas, sus gestos, sus palabras, en resumen a través de su cuerpo”.[3] 
Esto se pueden expresar de tal forma en que no vivimos en la conciencia de nosotros mismos ni siquiera en la conciencia de las cosas, sino, en la experiencia del otro.       “ Jamás nos sentimos existir ,sino tras haber tomado ya contacto con los otros, y nuestra reflexión siempre es un retorno a nosotros mismos, que por otra parte debe mucho a nuestra frecuentación del otro”.[4] 
Merlau-Ponty explica la relación mundo cuerpo : “nuestro propio cuerpo está en el mundo como el corazón está en el organismo : mantiene el espectáculo constantemente vivo, respira vida dentro de él y lo sostiene internamente, y con esto forma un sistema”. [5]
         El cuerpo  es la única referencia con la que contamos para comunicarnos efectivamente con el mundo, desde allí se producen las proporciones, las adecuaciones, las decisiones de cómo y para qué moverse en el mundo. “Mientras miramos, el ojo toca, e incluso antes de ver un objeto, ya lo tocamos y ya calculamos su peso, su temperatura y la textura de su superficie. El tacto es el inconsciente de la vista , y esta experiencia táctil oculta y determina la calidad sensitiva del objeto percibido”.[6]
      El Filosofo Edgard S. Casey sostiene que “ninguna memoria es posible sin nuestra memoria corporal”.[7]

         Tras la Segunda Guerra Mundial comienza a desplegarse una insistente reflexión sobre las características formales del cuerpo. No en vano, el régimen nazi ya había utilizado la imagen corporal como sistema de propaganda, a través de los neoclásicos y vigorosos cuerpos de la raza aria; por el contrario, el cuerpo de los judíos, tras la entrada de los aliados en los campos de concentración y exterminio alemanes, se había alejado del aspecto humano, pues los nazis se habían encargado de someter y transferir sus mecanismos de control sobre la carne produciendo escalofriantes efectos anatomopolíticos:

 “ (...) así los cadáveres vivos y los muertos compartían la misma apariencia del artaudiano corps sans organs. No es de extrañar, pues, la profusión de imágenes desgarradas, en sentido literal, que recorre Europa en los poemas de Primo Levi (1919-1987), los dibujos de Wladyslaw Siwek (1907-1983) o Wlodzimierz Siwierski (1905-1984), amén de las demostraciones expresionistas de Jean Dubuffet o el grupo Cobra”.[8]

          Sin duda estos dos conceptos; el de el cuerpo como medio para percibir al mundo, a las cosas y a los demás, así como el uso de la imagen del cuerpo como medio de control generaron la idea que Paula Sibila expone como el sentido del cuerpo a través del uso de la tecnología y de una nueva capacidad fundada en la postevolución que supera en velocidad y eficiencia a los lentos ritmos de la evolución natural. 
          Según Sibila la humanidad se encuentra en una encrucijada sobre el futuro de la especie. Resucitan fantasías técnicas orgánico-teconológicas que ponen en duda la validez de seguir concibiendo al hombre dentro de los márgenes tradicionales, o tal vez sea necesario reformular la noción heredada para inventar nuevas posibilidades de lo que queremos ser.
          Debido a la inagotable necesidad de desarrollo  que generó la modernidad y las tecnologías la naturaleza parece haber tropezado con sus propios limites, al generar un medio social donde el cuerpo humano parece tener cada vez más limitantes.
        Estas limitantes si bien posibilitan el acceso a un mundo tecnológico de servicios que confieren seguridad y una constante comunicación y creación de nuevos redes y lenguajes, también posibilitan la neutralidad de la información que el cuerpo genera en su interacción con otros cuerpos.
      De esta forma el hombre postorgánico no es solamente el hombre postevolucionado, sino hablamos de un biopoder que convirtió la fuerza corporal en fuerza productiva y que está determinando las nuevas características  de una productividad digital.
        No cabe duda que estamos frente a una nueva concepción del cuerpo y del hombre basada en la interacción cada vez más intensa entre el medio y social y la tecnología que busca la superación humana que tarde o temprano topará con los límites de una naturaleza que no permite superar los umbrales de la vida ni los secretros de la estructura humana ya que los artefactos tecnológicos constituyen meras extensiones o amplificaciones de las capacidades corporales humanas.

                                                                                                    Raúl Dávila Espinoza
21 DE JUNIO 2014




[1] Pallasmaa Juhani, Tocando el Mundo: Arquitectura, Hapticidad y la Emancipación de la Vista, en Aldrete-Haas José Antonio, “Arquitectura y Percepción”, Universidad Iberoamericana, México 2007, p. 18
[2] T. Hall Edward, La Dimensión oculta, siglo XXI editores, México 1972, p. 147

[3] Merleau-Ponty Maurice, El mundo de la percepción, Siete conferencias, Exploración del mundo percibido: las cosas sensibles, Fondo de cultura económica, México, 2003

[4] Ibidem
[5] Ibidem.
[6] Pallasmaa Juhani, Tocando el Mundo: Arquitectura, Hapticidad y la Emancipación de la Vista, en Aldrete-Haas José Antonio, “Arquitectura y Percepción”, Op. Cit.,pp15
[7] Ibid.,pp.45

[8] Moriente David “Poéticas Arquitectónicas en el arte contemporáneo, 1970-2008”, Ensayos Are Cátedra, Madrid 2010, p. 25

1 comentario:

  1. Estimado Raúl, me alegro que hayas reflexionado sobre el hombre postorgánico, como una apología que abre muchos cuestionamientos en relación al arte digital o mejor dicho (numérico). La disponibilidad de la hibridación de lo orgánico con lo artificial a través de lo numérico instaura al cuerpo en una paradoja de su uso, de su representación y su traslape en pro de las esferas políticas de su presentación en lo social (lo público, lo intimo, lo privado). Dichas esferas a veces tan olvidadas por el público y tan asediadas por lo artistas. Habrá que sacar a la luz todo lo referente a los discursos derivadas entre el arte, la ciencia y el hombre. Un gran abrazo y en horabuena!

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