EL ARTE POSTORGÁNICO
Reflexión
de la lectura del “El hombre postorgánico”[1] en
torno al arte
Por:
Rubén Alejandro Arias Arias
La diferencia entre
la pintura y la fotografía es precisamente que: la fotografía está realizada
por un ojo mecánico, completamente mediocre, fabricado en el Japón, Cleveland o
en cualquier otro sitio, en cambio, una pintura está realizada, a través de un
ojo cuasidivino creado por Dios.
Salvador Dalí
¿Qué ha buscado el hombre a través de
los tiempos?, ¿llegó a alguna parte?, la respuesta está en su misma naturaleza,
en su dualidad, en el hombre en su parte cuerpo y en su parte alma, res cogitans y res extensae dirá Descartes. El hombre a través de los tiempos ha
buscado dos cosas principalmente que responden a su constitución, a su
naturaleza: hacer frente a su necesidades básicas primordiales y trascender por
medio de su hacer. Y una de sus
máximas –o la máxima- manifestación de su hacer
es: el arte, la forma más compleja y pensada de trascender, producto de su
propia y única esencia.
La pregunta es –en torno a la esencia
y naturaleza del hombre- ¿el hombre está perdiendo o por lo menos alejándose de
su naturaleza? ¿En qué consiste lo propiamente humano?.
Un nuevo deseo es lograr -como
decirlo- una neo ilustración, donde se concentre todo el conocimiento, como en aquel
fallido plan de organizar todos los saberes durante el enciclopedismo; pero
ahora con la creación de un cosmos digital único y universal, compatible alrededor del mundo, es el punto de cambio
–supuesto- en la naturaleza humana. Una nueva evolución –diferente a la
natural- una evolución tecnológica, de un hombre natural orgánico a un hombre
digital postorgánico, como nos lo dice Paula Sibila, donde todo es programable,
corregible, actualizable, configurable, un iluminismo
digital.
Parece que la evolución del hombre
comienza a llegar a su fin y comenzará una nueva etapa de fusión, de postevolución, diferente a la evolución
natural.
El hombre ha evolucionado junto con su
dualidad –cuerpo y alma, y dirían autores como Jung o Mircea Eliade: y urdimbre simbólica-, pero tal parece que
se le unirá una nueva nota distintiva ya no como creación del hombre para
controlar la naturaleza, sino como parte de él mismo, como resultado de una
hibridación, de una fusión entre el hombre y la técnica.
Se habla de una posibilidad inusitada que se
explica a continuación:
El cuerpo humano, en su
anticuada configuración biológica, se estaría volviendo obsoleto. Intimidados
(y seducidos) por las presiones de un media ambiente amalgamado con el
artificio, los cuerpos contemporáneos no logran esquivar las tiranías (y las
delicias) del upgrade. Un nuevo
imperativo es interiorizado: el deseo de lograr una total compatibilidad con el
tecnocosmos digital.[2]
Si lo anterior resulta cierto la postevolucion permeará en todos los
campos incluyendo el del arte. Es así, puesto que el arte creado por el hombre
no podría ser diferente a su creador.
Conviene pues echar un ojo sin la intención
hacer una historia del arte- además imposible- sino dar un brevísimo recorrido
a través de los tiempos para empezar por un extremo de la madeja y ver en qué
punto se encuentra y si ya se termino de desenredar o queda todavía el ovillo.
Además, de alguna manera puede ser el
cruce del puente interhistórico que Gadamer trató de crear para probar que el
arte más remoto y el más actual son iguales, tienen una existencia simultanea, no es uno obsoleto y otro actual -lo mismo
pasa con el hombre, pues el arte es creación de este-, por lo que tratar de
poner fronteras entre el antes y el después sería innecesario, y es que poner
límites temporales y mediáticos –léase medios- a la creación artística, es como
pintar líneas sobre el agua.
El hombre del paleolítico hablado ya
propiamente del hacer para dejar su
impronta, hizo arte con los medios que tenia disponibles y en base a su propia
cosmovisión, no lo concibió como arte propiamente dicho –tal vez como magia, estrategia de caza o mero juego
simbólico- , pero su cometido fue cumplido, alimentó su parte metafísica.
En la época clásica los griegos
buscaron la perfección y la belleza idealizada –léase la belleza no corpórea
sino la belleza de las ideas- de Platón una estética de las ideas, desdeñando
el ars manual y copista de los
artistas; el arte es un plagio a la
naturaleza.
Un salto al renacimiento donde lo
humano es exaltado y la belleza estereotipada, donde las reglas academicistas
comienza a imperar, en la pintura la perspectiva, los clarososcuros o la regla
aurea. Donde el cuerpo es objeto de culto, la época del arte edificante y
alimento moral.
La modernidad y las vanguardias,
introspección, buceo interior, abandono de las reglas, rebeldía. Duchamp: la
idea y el concepto más allá del ocularcentrismo y de la mímesis.
En el último punto del ovillo que es
el más importante para el tema que nos ocupa hablaré del arte posthistórico que
en mi opinión es donde se abre el campo para la creación libre y por ende para
el arte digital, para el uso de nuevos medios y poéticas diferentes.
El arte
posthistórico
El arte posthistórico de Danto, las
ideas
y la institucionalización, el
mercado y la industria del arte. El arte como producto de consumo.
En
este estado posthistórico, el arte ha ascendido al nivel de la reflexión filosófica,
la pregunta acerca de la filosofía del arte surgió durante los años sesenta y
fue tanto el ánimo por transgredir los límites que terminaron por borrarlos
haciendo cada quien su propio arte y su propia filosofía, sobre esto expresa
Danto de manera muy gráfica que el haber
derribado esos muros es lo que nos tiene en el estado en que nos encontramos
hoy, y afirma que cuando quedo claro que cualquier cosa podría ser una obra de
arte se pudo pensar en una filosofía del arte.
Fue
entonces cuando los artistas se liberaron de la carga de preguntarse qué es el
arte y cedieron la estafeta a los filósofos, libres ya, se dedicaron a crear
usando nuevos medios de creación, y en cierto sentido es –sin caer en un
relativismo exacerbado- lo natural del artista
Dice
Gadamer que:
Desde que el arte no quiso ser ya
nada más que arte comenzó la gran revolución artística moderna». La unicidad de
lo artístico, tanto del perteneciente a la tradición como del que se origina
tras su ruptura, quedaría establecida por el común recurso a la autonomía de lo estético, con la
diferencia de que si, en el arte llamado clásico, esta autonomía se expresaba a
pesar de la integración del arte en la comunidad y de la subsiguiente inconsciencia
del artista, en el moderno, fruto de la desintegración y de la autoconciencia,
dicha autonomía adquiere un estatuto propio e inevitable.[3]
Con
esta autonomía estética el artista se
mueve hoy con una nueva conciencia, en un estado poshistórico del arte, con
carta libre y con nuevos caminos para la creación, incluyendo todos los medios
digitales, sigue haciendo arte después de la muerte del arte.
A
manera de conclusión
La evolución del hombre no ha
terminado, la técnica y la ciencia siguen siendo un herramienta y no una parte
integral, el hombre sigue imitando lo orgánico, imita la naturaleza que es en
donde ha encontrado la respuesta, las maquinas imitan al hombre para
facilitarle la vida a este.
La esencia del hombre no ha variado,
en el momento en el que el hombre deje su esencia – no imagino cómo- dejaría de
ser, tendría una imposibilidad que no
se si sea posible de seguir siendo humano como la imposibilidad de un hibrido
de procrear, en todo caso estará condenado a su desaparición como ser humano y
todo lo que implica tener esta naturaleza.
El progreso
del hombre en los campos de la ciencia y del arte no son dialecticos. La
necesidad de hace frente al mundo y de transformarlo ha sido la misma desde los
tiempos más remotos hasta el día de hoy. Lo mismo en su insistencia en dejar su impronta y sus
simbolismos, nada hay de diferente en pintarse para una danza tribal hace cinco
mil años y el makeup del centro comercial del día de hoy. El hombre lo mismo come
sentado a la mesa que en la copa de un árbol, sólo hace frente a su necesidad
básica natural de comer, ni diferente es la necesidad de un hombre del
paleolítico cuando hacia agujas de hueso para coser pieles que ir a la tienda
de ropa.
Hablando de arte nada hay de diferente
en las pinturas rupestres de las cuevas de Lascaux a participar hoy en una
bienal de grabado – a pesar de la idea ilustrada y civilizatoria que ronda
nuestros pensamientos-
Después de todo como dirá Walter
Benjamin: “la historia del hombre es un paisaje de ruinas”, un paisaje que construye una y otra vez – y
que es constantemente cambiante- pero no más allá de lo que su propia naturaleza le
marca y sobre los límites que le impone.
El hombre prehistórico, clásico,
renacentista, moderno, digital: el
hombre, un infinito y eterno caminante
del arte y de la ciencia, que siempre buscará nuevos
territorios para descubrir y conquistar. El
arte como el hombre es una obra permanentemente inacabada. Su esencia no es el encontrar como único
objetivo, el objetivo es la búsqueda, permanente. “Un plástico moldeable, inacabado, versátil” así es
el arte, así es el hombre.
20 de junio de 2014
Estimado Alejandro, me alegro que te hayas iniciado en la reflexión sobre la figura del hombre en al arte en la era digital. Hay ciertas ideas muy precisas sobre la construcción de la obra del arte en la historia de la humanidad, aunque disiento sobre lo posthistoricidad en el arte, me parece que faltaron argumentos para discurtirlo, ya que nos olvidamos que en la actualidad la discusión del arte digital se centra en su materialidad -virtualidad- por ende, en su soporte técnológico, en su caducidad de representación y su consumo. Además, hay un tema que abordaste que es sumamente fascinante, que visiblemente es único- la era digital como una neo-renacimiento-, una apología muy desarrollada en los 90's y que en la actualidad se reprueba, justamente, porque la propiedad privad aún no se ha extinto y eso permite caer en una visión totalizante. Un gran abrazo y en horabuena!
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